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La catedral del vuelo: una noche en la Arena México.

  Por: Ángel Rivera Nublado y con posibilidad de lluvia anuncia el noticiario; chamarra y sombrilla no pueden faltar para salir de casa, pues el clima puede ser ingrato. Pero nada detiene a los fieles que caminan rumbo a la arena México. En el corazón de la colonia Doctores, una de las más antiguas de la capital, un trayecto corto que inicia desde la estación balderas da pie a un recorrido histórico y lleno de vida. Los inmuebles; tan viejos como la misma lucha, exhiben pinturas de cada enmascarados que ha marcado una leyenda en México. Toda la manzana parece guardar huellas de miles de luchadores que salieron de ahí entre aplausos y victorias, quedando inmortalizados en toda la mercancía que ofrecen los puestos. Octagón, La parca, Kemonito y El Santo; todos juntos en la memoria de la afición. El clima acertó, una ligera brisa de lluvia asusta al polvo y levanta un aroma a asfalto mojado, pero no importa, pues la gente avanza sin prisa. Niños corren delante de sus padres port...
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El Caribe: refugio de música y memoria

Por: Ángel Rivera Suena la alarma y el sol ya salió, l evántate  de tu cama,  es domingo de ir a desentumir el cuerpo  con una cumbia  o   un mambo ; alista tu mejor ropa, pues vestir  bien  es un código no escrito.   Bolea tus zapatos –decían mis padres–,  alista tu mejor atuendo   y no olvides  tu perfume ,  para que, con toda la actitud y confianza, al ritmo de la guaracha, deslumbres con tus mejores pasos en la pista .   “Usa la línea azul  y llega  hasta la estación San Cosme; de ahí  sales y  sigues derechito y verás un  mercado. Si puedes  come algo en los locales, pues el hambre es canija a la hora del baile, de ahí te sigues y no tendrás pierde en llegar”. Así me aconsejaba mi madre, mientras recordaba  c omo  hace más de treinta años el salón  abrió y  ella ,  con la misma emoción  que yo, asistía .   Siguiendo los consejos de mi madre   d...

La fuente del Buen Tono: entre la memoria y la resistencia urbana.

Por: Ángel Rivera En una mesa larga de roble macizo y oscuro, de esas que a la hora de la comida se prestan para la nostalgia de recuerdos pasados, surge entre las memorias la herencia histórica del Buen Tono.   –Oye, María, ¿te acuerdas de la cigarrera del Buen Tono?   –Sí –dice María–, la que estaba por Teléfonos de México, ahí adelantito de ese famoso mercado de San Juan, en la colonia del mismo nombre, en el que dizque venden carne de león y quien sabe cuanta cosa más.   –Si, esa mera. Estuve haciendo memoria y resulta que ya mero se cumplen 173 años de que nació el fundador, el famosísimo empresario franco-mexicano Ernesto Pugibet. Dicen que era una finísima persona, pero quien sabe.   –Tienes razón, aunque yo me acuerdo más de la fuente del Buen Tono, esa que estaba a un ladito de la cigarrera. Cuando iba de chamaca con mi mamá le daba unos tragotes al agua; ya ves que en ese tiempo estaba purificada y venia desde el acueducto de Chapultepec.   –¡Es verdad...